miércoles, 19 de enero de 2011

El imperio del sentido olfativo

Al volver a Madrid después de mi semanita por el Levante, tenía preparado otro post pero mi sentido del olfato me hizo ponerme a escribir este que ahora mismo te encuentras leyendo.

Todo ha sido al entrar en mi habitación. Toda ella tiene un olor especial: mezcla de inciensos, critical max, rosas, aroma marino (por el pequeño cofre lleno de cosas marinas, regalo de Nora), perfume de flores (voy a omitir el nombre del perfume porque aún no me pagan por ello) y esencia de una servidora. El olor de mi habitación me encanta, pero… ¡Para gustos, olfatos!

Sabemos que existe una memoria olfativa, la cual en algunas personas está más desarrollada que en otras. Esta memoria nos transporta y nos puede llevar a buenos recuerdos, como mis regresiones al oler a jazmín hacia las noches verano, porque esas pequeñas flores blancas inundan con su olor la calles de mi pueblo (aquí sonaría “A jazmín” de El último de la fila). Pero también a recuerdos malos que vamos a obviar.

Pero donde es más increíble el olfato es como ayudante durante las fases de deseo, excitación y meseta. Gracias a esta rinofilia de feromonas, que evocamos con el aumento de palpitaciones y de ejercicio físico, podemos llegar a una excelente excitación.

Probad oler a vuestra pareja antes, durante y después… Porque no debemos olvidar que “Love is in the air, everywhere I look around …”.





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