domingo, 30 de enero de 2011

Autogestión

Esta mañana he bajado a desayunar con mi amigo, el Cardenal Trancón (es un pseudónimo, él no se llama así) y, mientras tomábamos unas tostadas, me ha contado que lo ha descubierto. Que sabe cómo hacerse rico sin trabajar mucho. Me ha contado que es un secreto entre unos pocos, unos cuantos elegidos y que yo, por ser mi último día, sería uno de ellos…

La historia del Cardenal era la siguiente:

Anteayer, al bajarme de un taxi, descubrí un gran secreto. Me faltaban 40 céntimos por pagarle. Yo, avergonzado, le dije que me dejara en la puerta del trabajo y que subía a por su dinero en un minuto. Él se giró lentamente, me miró fijo a los ojos y me dijo:

 “Colega, estás hablando con un millonario”.

Yo no daba crédito, pero tampoco iba a discutir con él, y menos por 40 céntimos de mierda. La curiosidad pudo conmigo y no pude evitar preguntarle como lo había conseguido, como coño se habrá hecho millonario haciendo el taxi…

Se giró otra vez y, con un aire condescendiente, me lo soltó:

“Se trata, mayormente, de comer poco, y de follar solo”

Mi cara de poker le pedía que ampliara ese extraño concepto. Y él, que no tenía ninguna prisa,  continuó:

 “¡Autogestión chaval, autogestión!”. Y más “¿tú sabes la pasta que se te va en follar? Y lo peor es que te piensas que es gratis porque no son putas…

Gracias, amigo taxista, ahora me puedo volver a casa tranquila…

miércoles, 19 de enero de 2011

El imperio del sentido olfativo

Al volver a Madrid después de mi semanita por el Levante, tenía preparado otro post pero mi sentido del olfato me hizo ponerme a escribir este que ahora mismo te encuentras leyendo.

Todo ha sido al entrar en mi habitación. Toda ella tiene un olor especial: mezcla de inciensos, critical max, rosas, aroma marino (por el pequeño cofre lleno de cosas marinas, regalo de Nora), perfume de flores (voy a omitir el nombre del perfume porque aún no me pagan por ello) y esencia de una servidora. El olor de mi habitación me encanta, pero… ¡Para gustos, olfatos!

Sabemos que existe una memoria olfativa, la cual en algunas personas está más desarrollada que en otras. Esta memoria nos transporta y nos puede llevar a buenos recuerdos, como mis regresiones al oler a jazmín hacia las noches verano, porque esas pequeñas flores blancas inundan con su olor la calles de mi pueblo (aquí sonaría “A jazmín” de El último de la fila). Pero también a recuerdos malos que vamos a obviar.

Pero donde es más increíble el olfato es como ayudante durante las fases de deseo, excitación y meseta. Gracias a esta rinofilia de feromonas, que evocamos con el aumento de palpitaciones y de ejercicio físico, podemos llegar a una excelente excitación.

Probad oler a vuestra pareja antes, durante y después… Porque no debemos olvidar que “Love is in the air, everywhere I look around …”.





lunes, 10 de enero de 2011

Pesadilla después de Navidad

He visto que, en época de Navidad, el consumismo y los lujos (perfumes, cenas, regalos,…) son obligación en una familia media-alta. Esto me hace pensar y ver que el que no puede consume como si pudiera, olvidando disfrutar de pequeñas cosas como compartir una mandarina en un tren de media distancia. Eso sí es un regalo, el viajar, aunque sea en un tren bien barato hacia ninguna parte y con la compañía idónea para ello. Este tren te lleva a conocer lugares y sabores nuevos o a lugares que te hagan recordar (ahora sonaría la canción de Antonio Vegas, “El sitio de mi recreo”).

¡Dejad de comprar esos perfumes de 30ml a 70€! ¡Es de locos! Tendríamos que gastar ese dinero en ir 3 días lejos del hormigón armado y disfrutar de los paisajes que los rascacielos no nos dejan ver y de todas esas cosas que, sordos por la contaminación acústica y ciegos de avaricia por culpa de la gran jungla, no nos hace competir y disfrutar como debiéramos.

Hay miles de cosas que llenan y no cuestan dinero: una buena conversación, un paisaje, un paseo, un deporte, un beso, leer, sexo excelente, soñar, … Además todo ello libera endorfinas que te hacen ser más feliz.

Os estoy escribiendo desde ese tren. Estoy regalándome esos 3 días para hacerme feliz, para alejarme de tanta tontería. Quiero disfrutar de esa dulce media mandarina. ¡Mmmm... qué rico…!