domingo, 30 de enero de 2011

Autogestión

Esta mañana he bajado a desayunar con mi amigo, el Cardenal Trancón (es un pseudónimo, él no se llama así) y, mientras tomábamos unas tostadas, me ha contado que lo ha descubierto. Que sabe cómo hacerse rico sin trabajar mucho. Me ha contado que es un secreto entre unos pocos, unos cuantos elegidos y que yo, por ser mi último día, sería uno de ellos…

La historia del Cardenal era la siguiente:

Anteayer, al bajarme de un taxi, descubrí un gran secreto. Me faltaban 40 céntimos por pagarle. Yo, avergonzado, le dije que me dejara en la puerta del trabajo y que subía a por su dinero en un minuto. Él se giró lentamente, me miró fijo a los ojos y me dijo:

 “Colega, estás hablando con un millonario”.

Yo no daba crédito, pero tampoco iba a discutir con él, y menos por 40 céntimos de mierda. La curiosidad pudo conmigo y no pude evitar preguntarle como lo había conseguido, como coño se habrá hecho millonario haciendo el taxi…

Se giró otra vez y, con un aire condescendiente, me lo soltó:

“Se trata, mayormente, de comer poco, y de follar solo”

Mi cara de poker le pedía que ampliara ese extraño concepto. Y él, que no tenía ninguna prisa,  continuó:

 “¡Autogestión chaval, autogestión!”. Y más “¿tú sabes la pasta que se te va en follar? Y lo peor es que te piensas que es gratis porque no son putas…

Gracias, amigo taxista, ahora me puedo volver a casa tranquila…

2 comentarios:

  1. Gracias Cardenal!! Para cualquier otra historia, cuando me abandonen las musas, no lo voy dudar, who you wanna call?? ;-) ghostbastard!

    ResponderEliminar